jueves, 19 de junio de 2008

Primavera en Praga


Treinta años después, Martina Navratilova (51) vuelve a ser checa. Recuperará sus orígenes sin perder sus privilegios actuales. La ex número uno mundial de tenis –lo fue durante 331 semanas, entre 1978 y 1986–, que había solicitado la nacionalidad checa la pasada primavera, aseguró ayer que también mantendrá el pasaporte estadounidense para disponer de la doble nacionalidad. Según explicó ayer en Tokio,
Navratilova había emigrado a Estados Unidos en 1975 para impulsar su carrera, ante la prohibición de la federación checa para jugar en Estados Unidos, país en el que, recuerda, "en aquel entonces tenían lugar el 90% de los torneos". Era el tiempo de la guerra fría. Retirada del circuito en el 2006, Navratilova ofrece hoy partidos mixtos y de exhibición. El próximo sábado se enfrentará a la que fue una de sus
eternas rivales, la alemana Steffi Graf. Encuentro que, confiesa la tenista, le produce "mariposas en el estómago". "Para este público, lo que importa no es que ganes o no, sino que juegues bien", dijo. Lo que no le provoca nervios, pero sí malestar, son los gritos que algunas jugadoras emiten en la pista de juego. Sonidos que la histórica tenista considera que "no son necesarios y deberían estar prohibidos
por las autoridades del tenis". "Molestan y distraen". A pesar de que gritaba, Navratilova no reprime halagos hacia Monica Seles, según ella una de sus rivales más duras de su trayectoria. "Aunque mi peor adversaria era mi abuela: jugué con ella
cuando era pequeña".

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